La Revolución de Mayo, el inicio hacia nuestra independencia

Del 25 de Mayo al 9 de Julio

Bienvenido al Blog Alegorico del Bicentenario Argentino, del partido Coalición Cívica ARI Córdoba.

Nuestra intención aqui es acercarte información sobre la revolución de mayo, sobre como vivimos el Bicentenario como argentinos que somos, y por eso, queremos invitarte a reflexionar como tal, a partipar de las encuestas sobre tu punto de vista, y sobre actividades que pensamos realizar más allá incluso de la fecha patria del 25...

Porque nos interesa tu opinión y porque queremos seguir sintiendo y valorando la libertad, la igualdad, la independencia, y tanto más que significo nuestro origen, es que queremos empezar a reflexionar sobre el "Ser Nacional" y por eso tenemos programadas actividades para vos, durante lo que resta del 2010- en este 2010, año del Bicentenario- en la que vas a decidir sobre las mismas. Incluso este 9 de Julio proximo es otra gran fecha para todos, para la totalidad de la Nación Argentina, como otros dias patrios por venir.

Encuestas:

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Nuestra Identidad Cultural: ¿Que es lo más "Argentino" para vos?

¿Qué "Actividad" a realizar te resultaria más interesante?.

21 jun 2010

Desde Opinión Abierta: "El autoritarismo y la corrupción", por el Dip. Nac. Carlos Vega

Los artículos de Opinión no representan la posición oficial de la Coalición Cívica

El autoritarismo y la corrupción

por Diputado Nacional Juan Carlos Vega

Para salir de la decadencia debemos desterrar de nuestras prácticas la liviana convivencia que tenemos con el autoritarismo y la corrupción.

Doscientos años de vida como país merecen algo más que homenajes y flores. Creemos que el Bicentenario es una oportunidad histórica para reflexionar sobre las causas reales de nuestra decadencia como país. No con la finalidad de complacernos en el dolor de las pérdidas, sino para diseñar un país diferente y mejor.

La decadencia de nuestro país tiene una fecha histórica precisa. En 1930, la Argentina se cae de la modernidad del siglo 20. Se cae en términos económicos, pero sobre todo en términos institucionales y culturales. Allí, estaba el germen del terrorismo de Estado, el más sangriento de América latina. Allí, estaba el germen de nuestra larga inestabilidad política y de la cultura de la ilegalidad y, por ende, el germen de la inseguridad jurídica. Allí, se estaba gestando el default de la deuda soberana de 2001, también el más grande del siglo 20.

Sólo con un diagnóstico histórico honesto y descarnado de nuestro pasado, podremos mirar el futuro e intentar diseñar un nuevo modelo de país. Pero ese diagnóstico de culpas y fracasos debe ser asumido por toda la sociedad.

Genocidas y corruptos. Los argentinos debemos asumir que nuestras conductas sociales han permitido que genocidas y corruptos nos gobiernen durante casi todo el siglo 20. Los corruptos y los autoritarios no cambian nunca por la sencilla razón de que no les conviene cambiar. Con la corrupción y el autoritarismo se gana.

La historia nos muestra que países con peores crisis que las nuestras se atrevieron a enfrentar errores históricos y pudieron superarlas y escapar de procesos de disolución y decadencia. Fue el caso de Francia, cuando pasa de la IV a la V República. Fue el caso de España, después de 30 años de franquismo, cuando se integró a la Unión Europea. Fue el caso de Alemania y Japón que, de derrotados en la Segunda Guerra, pasaron a ser líderes del mundo 40 años después.

La decadencia tiene como signos:

El autoritarismo cultural que nos lleva a ver al diferente como enemigo. La dialéctica amigo/enemigo y la de absolución/condena están instaladas en el inconsciente colectivo y generan cegueras y ocultamientos, y claras dificultades a la hora de conciliar y de respetar al prójimo. No hay paz social con culturas autoritarias.

Una liviana convivencia con la corrupción. Es la tendencia de creer que la viveza criolla es una virtud. Perdonar el robo por vía del éxito y sostener que el éxito borra la corrupción es el segundo huevo de la serpiente. Debemos entender que el autoritarismo como la corrupción, más allá de ser vicios y no virtudes, sólo benefician a los ricos y a los poderosos, nunca a los pobres.

La corrupción es un delito del poder (político y económico) y ella necesita, para sobrevivir, del autoritarismo y la ilegalidad. Éste es el huevo de la serpiente de la decadencia argentina y tiene una matriz histórica clara y concreta, que es el golpe de Estado de 1930. Pero debe saberse, y esto es lo que debe cambiar en la historia argentina, que mucho más importante que el golpe de Estado en sí, fue la doctrina de la Corte Suprema de Justicia sobre la continuidad jurídica del Estado. Esa doctrina, que legaliza el primer golpe de Estado militar en el siglo 20, va mucho más allá de lo cultural. La Justicia legalizó la fuerza como valor de norma jurídica y de orden social. Y esa legalización de la fuerza por parte del Derecho argentino es la matriz de infierno de la decadencia argentina. Esa matriz nos llevó a creer que el problema era económico; que los militares autoritarios eran eficientes y que las democracias eran débiles y no garantizaban nada.

En el siglo 21, la riqueza de las naciones no pasa por la riqueza de territorios o de subsuelos ni por el poderío de las armas, sino por la riqueza de sus instituciones.

Basta ver el mapa del siglo 21 para advertir que no existe ejemplo alguno de país de peso en el escenario internacional y calidad de vida de sus habitantes que carezca de instituciones sólidas, de poderes independientes y de controles legales imparciales.

No se ingresa al Primer Mundo a través de un aumento del producto interno bruto (PIB) ni a través de los superávits de las balanzas de pago o comerciales, o del crecimiento de las reservas del Banco Central. Hoy, las riquezas petroleras, mineras, militares o agrícolas no garantizan de manera alguna crecimientos sustentables del PIB ni, menos, calidad distributiva en el ingreso.

Los países crecen en lo económico y sus sociedades distribuyen equitativamente sus riquezas sólo si tienen instituciones sólidas y confiables por parte de la sociedad.

En la Argentina, para entrar al club del Primer Mundo, debemos comenzar por relegitimar socialmente el poder del Estado. Un poder devaluado, que fue usado primero para ejercitar el terror y luego para proteger la corrupción. Un modelo nuevo impone recuperar la legitimidad del poder del Estado.

Entender que la democracia más que un sistema de elección de gobernantes por gobernados es un sistema de valores de respeto al diferente. Ése es el primer paso para salir de la decadencia. Ese debería ser el primer desafío del Bicentenario.

Y, para ello, debemos desterrar de nuestras prácticas culturales la liviana convivencia que tenemos como argentinos con el autoritarismo y la corrupción.

Juan Carlos Vega (Diputado Nacional - Coalición Cívica - Córdoba)
La Voz del Interior 28 de mayo de 2010
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